Entomología budista de la democracia magenta


Antes de abordar el magnificente artículo que ha de seguir, me veo en la obligación de advertir a quienes lo lean que tamaña contingencia de pensamiento y brillantez discursiva no puede por menos que periclitar pensamientos y modificar conductas. Por tanto, queridísimas personas lectoras, si se disponen a leerlo, deben ser conscientes de que sus vidas han de cambiar irremisiblemente tras ello, aunque si son militantes o simpatizantes de nuestros colores, la predisposición se presupone, claro.

A menos que no nos hayamos parado a observar el discurrir de las sociedades humanas, no podemos negar que la evolución de las estructuras sociales y políticas se asemejan, en todo, al caminar de una oruga. Hagamos la alegoría. La oruga, que, es conocido, no es consciente de su propia unicidad, camina por partes (o partidos, podríamos decir) de voluntades separadas pero de resultados conjuntos. Cuando su alimento color de esperanza se ha acabado, no antes, la necesidad de seguir viva hace que una parte de su tubular y bulboso sistema se alce e inicie un movimiento muelle y titubeante hacia su futuro. Esa parte delantera se establece como parte o partido pensante de su cuerpete. La mayor parte de su masa se estira entre ese pensamiento avanzado y el culo firmemente afianzado a lo conocido ya agotado de vida (hemos de advertir que, si bien, tras la metáfora, la trasera de la oruga no queda en muy brillante posición, su papel es indispensable para que el insecto no se precipite al incierto piso donde abunda la depredación. Este proceso es repetido por la oruga desde que el mundo es mundo. Y podría ser considerada una monotonía infructuosa si no ocurriera el milagro posterior de amplia fama poética. A saber: cuando la oruga se da cuenta de que, dado su engorde (podríamos decir su hipertrofia de órganos –administrativos- y carga interna) la inmoviliza, el insecto se detiene y se dedica de manera ciega y aparentemente inútil a hacer el capullo, o, en su defecto, la pupa.

Ahí estamos.

Nuestro sistema democrático está pidiendo a voces la metamorfosis. Y de forma intrínseca e impremeditada, pero perentoria, nuestra querida UPyD ha resultado necesitar igual proceso. Estamos hilando la seda. Pasemos a hilar fino.

UPyD lanzó el grito budista de todos somos uno, de todas somos una. De todos y todas somos una y uno, esto es, una misma cosa… De que es más importante e imprescindible prestarle atención y energía a lo que nos une que a cualquier otra consideración. La realidad, mucho más sabia y dura que cualquier pensamiento, se ha encargado de hacerlo imprescindible en Euskadi, donde las ideas de unión han acabado triunfando por su propio peso.

En nuestro seno parece que está crujiendo el sonido de la escisión. Y digo parece porque de manera oficial, incluso siendo nosotros y nosotras tan poco oficialistas, el silencio es, por ahora, la respuesta. Igual es sólo que están atentas y atentos al sonido. Tengámosles fe. Todos nos subimos al color magenta porque nos gusta quien pilotaba al grito de la regeneración democrática.

Nos habíamos erigido en cabeza de oruga de España y de nuestro ya inoperante sistema de partidos monolíticos. Sigo y debemos seguir teniendo confianza en nuestro proyecto. Pero es necesario dejar de hilar para que lo que queríamos que sucediera suceda. Para que España tome conciencia de lo que nos une y de que el trabajo por esa unión es el único que merece la pena, tenemos que hacer un enorme esfuerzo de horizonte. Si somos una parte de la oruga tenemos que ser budistamente conscientes de que es indispensable que seamos uno para poder pedir la unicidad. Es concepto antiguo, pero sine qua non será posible ni aún nuestra propia supervivencia. No se trata de ser agoreros ni agoreras ni fatalistas. Es la limpia realidad del ser. O se es o no se es. Salvo teleológicamente, no hay otra categoría del ser. Y en ella estamos. Estamos hilando seda. En el crucial filo del paso de la potencia al acto. Escalando las paredes de la cueva. O salimos o nos caemos. Si decimos ser la fuerza de regeneración o lo somos o dejaremos de serlo. Quien no quiera seguir por ahí podrá aducir mil razones para posponer nuestra propia esencia, pero eso nos destruirá. No pasaremos de pupa a insecto alado y colorido y nos quedaremos, como el resto, dentro del palacio de seda que construyan quienes decidan quedarse a hilar.

Resumiendo. Incluso la oruga es una con el todo y es un todo. Partido es un sustantivo de trabajo pero una mala esencia. A no ser que, juntos, partamos hacia el futuro que queremos traer.

      Rafael Ale

      Andalucía - Sevilla

10 comentarios:

Javier Almansa | 1 de julio de 2009, 15:33

Me ha dejado sin palabras. Sensacional, con toda sinceridad. Enhorabuena por su comentario.

Ánimo compañeros.

jonnes | 4 de julio de 2009, 21:28

Pretencioso hasta decir basta.
¿Quién te ha enseñado a redactar criatura?

Rafael Alé Jiménez | 5 de julio de 2009, 22:38

Cuán atrevida es la ignorancia, ¿verdad Don Manuel?

Manuel | 6 de julio de 2009, 20:06

No soy ignorante soy universitario.
Eres asaz jactancioso, y es un escrito insoportable.
Pero claro, es una opinión, cógelo dáselo a leer a alguien (no le digas que es tuyo si es amigo, claro) y a ver qué opina, mi versión ya la tienes...

Rafael Alé Jiménez | 7 de julio de 2009, 13:42

Ains. No me refería a su ignorancia, pues no la conozco. Ponía en propias palabras lo que supongo que usted pensaba de mí. Sí es cierto que tenía cierta ironía suave, pues por lo que parece lo ignora todo de mí, ya que soy una asignatura que aún no se estudia en ninguna facultad.

Ya que se confiesa universitario, confío entenderá lo siguiente: El DRAE define

jactancia.

(Del lat. iactantĭa).


1. f. Alabanza propia, desordenada y presuntuosa.

El signito de la i significa que era breve y que luego palatalizó etc, etc...

Ya que me califica de "asaz jactancioso" ¿puede decirme, en el artículo a mi querida oruga, de qué me jacto?
Si no hubiese mirado el escrito con enfado, quizá se hubiese dado cuenta de su tono desenfadado y bromista con palabras que ni siquiera son pertinentes en el contexto.

Por último, es usted libre de aconsejar lo que quiera a quien quiera sin que le haya solicitado orientación alguna, pero no creo que sus consejos sobre escritura sean pertinentes siendo, como soy (y esto es descriptivo, no jactante) escritor profesional, profesor de lengua y literatura y colaborador de radio.
No comencé insultándole ni apeándole el tratamiento, cosa que sí hizo usted con lo de "criatura", que, por lo demás, sólo significa que he sido creado, supongo que al igual que usted.
Nada hay más libre que la palabra, y si mi escrito me califica, según su señoría de mal redactante, su respuesta le califica a usted de otras formas.
Consejo por consejo, no abra frentes que nadie le abrió. A no ser que le guste el batallar dialectico. Y si ese es el caso, procure saber a quien se enfrenta si no quiere sustentarse sobre argumentos cuya verdad ignora.

Por lo demás, reciba un abrazo, don Manuel.

Manuel | 7 de julio de 2009, 18:38

Gracias por el abrazo, que devuelvo encantado.
Siendo como se anuncia escritor sabrá que "criatura" en ninguna de sus acepciones es considerada insulto. Podríamos denominar que es toda cosa creada por Dios.
(...De nada, todos los días se aprende algo)
Y, lo siento...
No te tomes tan a mal la crítica a mí me parece un escrito infumable y ridículo, creo que debrías pulir tu estilo y no hacer escritos en los que, ante todo quede diáfana tu pretenciosa cultura y tu lenguaje altivo.
¿Quieres seguir así?... Tú mismo, pero déjate aconsejar hombre...

Unknown | 7 de julio de 2009, 22:46

Tocayo, no seas tan pretensioso,a lo mejor lo que a tí no te gusta nos gusta a otros muchos Manolos, y no le des más consejos que yo que ya tengo 63 años, recuerdo algo de cuando era joven, que venia a decir así: Me gustan mis errores, no quiero renunciar a la bendita LIBERTAD de equivocarme.

Si tienes ganas de escribir entra en el fondo del tema y no en las chorradas que estas entrando.

Manolo Perez

Menruitin | 9 de julio de 2009, 14:35

Hola, estoy Sorprendido por la Frescura en UPYD ¡Vivan los Rebeldes! Estamos hartos, muy hartos, del Secuestro de la Soberanía del Pueblo por los partidos verticales. Estoy Frito porque Venga la Democracia para participar. Lo llevo en la sangre desde niño. En esta democracia monárquica si no te invitan desde el PODER, sólo tienes derecho al pataleo ANÓNIMO. Esta es la Soberanía que se nos permite. ¡¡¡QUÉ ASCO!!!

Miguel López Gaspar
menruitin@hotmail.com

Yolanda | 10 de julio de 2009, 3:28

Enhorabuena, don Rafa; confieso que no lo conocía a vd, pero a partir de ahora procuraré leer sus escritos.
En mi opinión, ese señor que le critica ecribe desde el prejuicio más enrabietado (o quizás no ha entendido nada). También desprende un tufillo como celoso.

libertario | 11 de julio de 2009, 10:11

Completamente de acuerdo contigo Miguel, desde luego tu tienes las ideas claras en cuanto a politica. Deberias ser tu algun lider en cuanto el marco de algun proyecto politico.

Tienes mi voto y apoyo.

Un saludo!