¿Regeneración democrática? ¿transversalidad? ¿transparencia? ... Caudillismo
En una tertulia nocturna con buenos amigos estuvimos discutiendo sobre la democracia interna en los partidos y sobre lo difícil de definirla como un único concepto, a la vista de las muy diversas formas de gobierno que se reclaman democráticas: orgánica, libertaria, popular, federalista, representativa, asamblearia, presidencialista, etc.
Tras recorrer y debatir brevemente, sobre las bondades y maldades de unas y otras adjetivaciones contenidas en el arco arriba descrito, quedó claro que las voluntades se decantaban por la libertaria o asamblearia, la federalista, la presidencialista y, mayoritariamente, la representativa.
Si entendemos la Democracia como doctrina política en favor del sistema de gobierno en que el pueblo ejerce la soberanía mediante la elección libre de sus dirigentes (Diccionario de la lengua española 2005 Espasa-Calpe), es claro que cuanto mayor participación del pueblo en la toma de decisiones, mayor será el nivel de democracia.
Claro está que las veleidades democráticas tienen un límite porque sería bastante problemático implicar al pleno de la ciudadanía española en la toma de todas las decisiones que, de una forma u otra, les afecten. Para ello nos veríamos abocados, a modo de "la berlanguiana" "Los jueves, milagro", a instituir el día de los referendos: "Los lunes, referendos" ¡Ala! y todos a votar. Poco a poco, la conversación fue derivando hacia la situación planteada en nuestro partido, del que varios de los presentes éramos afiliados o simpatizantes.
Es razonable pensar que un asamblearismo entre más de cuatro adultos españoles es poco menos que una garantía de fracaso. Descartado éste, nos queda la oferta de los sistemas representativo, federalista, presidencialista y caudillista (exacerbación del anterior). Aunque, como veremos, no todos implican el mismo nivel de democracia, según la definición anterior, todos pueden ser democráticos, incluso el caudillismo porque el "¡Vivan las caenas!" refrendado por los votos de un pueblo, queda validado, aunque ciertamente, nada bueno diga de ese pueblo. Veamos las principales diferencias:
Sistema representativo.- Por ser el de más participación de los votantes, debería ser el sistema apropiado para un partido que se reclama adalid de la Regeneración Democrática. Puede tener una estructura organizativa y política, basada en decisiones tomadas según representación de territorios e implantación, o una basada en decisiones políticas centralizadas, siendo territorial la estructura organizativa. Con un Manifiesto Fundacional como el de UPyD, parecen más coherentes la decisiones política desde una concepción nacional, oídos los órganos territoriales. Para la operatividad del buen gobierno del partido, la delegación del poder de todos los afiliados o de sus delegados – con independencia de que se elija directamente a portavoz, secretario general, líder o como quiera que se denomine a la cabeza política del partido—, se realiza en la Asamblea General, eligiendo un órgano representativo de amplia base –en nuestro caso, el Consejo Político, con 150 miembros–, máximo órgano ejecutivo, de gestión y político entre congresos que, a su vez, delega un amplio repertorio de funciones a un órgano más reducido –el Consejo de Dirección, con 20 miembros más el portavoz– con funciones ejecutivas y de gestión para que la toma de decisiones en el día a día del partido no carezca de la necesaria agilidad y competencia, potenciando la capacidad del partido para dar respuestas a la necesidades de la sociedad. En cualquier caso, el Consejo de Dirección y las diferentes comisiones, rendirían, con la periodicidad que se fije, cuentas al Consejo Político que podría remodelar razonadamente cualquiera de estos órganos, en las condiciones que se establezcan.
Sistema federalista.- En este caso, las estructuras de gestión y política son territoriales, por definición, por lo que se corre el riesgo de caer en baronías o taifas similares a lo que ocurre en el PSOE y, en cierta forma en el PP. Su estructura será más democrática cuanto mayores y más universales sean los mecanismos de control de los que dispongan los órganos que puedan ejercerlo. Se hace evidente que esta estructura no es la más adecuada para defender un proyecto común, de todos los españoles.
Sistema presidencialista.- En este sistema el poder está fuertemente concentrado en torno a quién lo lidera, pudiendo estar presentes las baronías. Puede contar con medidas para el control del ejercicio del poder, pero en este caso las medidas de control están demasiado cercanas a quien debe ser controlado, por lo que se dificulta la efectividad de dicho control. Mientras, los niveles medios de toma de decisiones quedan muy reducido y desprovistos de competencias, a las que las bases tienen poco acceso
Sistema caudillista- Muy parecido al anterior pero con una mayor concentración del poder, sin opciones reales de controlarlo por parte de la afiliación, salvo durante los congresos, prácticamente controlados. No existen baronías que no sean asignadas directamente por el líder y previa declaración de adhesión inquebrantable. Generalmente, la delegación del poder se realiza asamblearia y directamente al líder, otorgándole un poder casi omnímodo para hacer y deshacer a voluntad. Es muy normal que los órganos que puedan ser elegidos de forma democrática y directa por los afiliados, tengan una función testimonial, sin poder real. Es una deriva muy natural del sistema presidencialista, impulsada por parte del que detenta el poder y su equipo incondicional, cuando las alternativas de liderazgo son casi inexistentes, como método de eliminar cualquier posible competencia a futuro.
En esas situaciones, el fuerte liderazgo –por único y puede que también por fuerte–, manipula hasta conseguir sustituir las elecciones por plebiscitos. Crea en aquellos que se deslumbran por el magnetismo del líder carismático (Chaves, Castro, Hitler, etc.), la ilusión de que la posibilidad de refrendar al único líder posible es más demócrática que poder elegir, refrendar, o no refrendar, a aquellos que ejercerán un poder omnímodo, o casi, junto al líder, pervierte los auténticos valores democráticos en ese colectivo.
Para finalizar, cabe una pregunta-reflexión para el debate: ¿Es coherente que un partido que se define como inequívocamente nacional, sea federalista en su concepción de España y no lo sea en su estructura interna?
- Juan Espino
Madrid - Rivas
4 comentarios:
El debate entre propugnar un estado federal o una reorganización del estado autonómico con recuperación de determinadas competencias que jamás debieron ser delegadas es un debate ficticio.
Se trata solo de una idea de Carlos Martínez Gorriaran ( con base en el hecho de que Sosa Wagner no le ha explicado que Alemania se unifico en el sigo XIX, mientras que España lo fue unos cuatrocientos años antes) para que nos entretengamos en tonterías mientras el se puede dedicar a otras cosas.
En circunstancias normales y entre señoras y caballeros que se visten por los pies, la propuesta se dirimiría con una simple pedorreta. ¿ Rioja estado federal? ¿El PNV , CyU, ERC votando por una modificacion de la constitucion en ese sentido? ¿ El rey , monarca de los Ceutones? ¿La prole de Urdangarin , princepes herederos de la marca Hispanica?
¿ La flota cantonal de Cartagena reeditando expediciones a Almería?.
Pero claro, tal y como estan las cosas “cosas veredes Sancho”, no me cabe duda que incluso terminaremos no solo por federalistas, sino “federalistas asimétricos”... en cuanto al partido.... tres cuartos de lo mismo.
Por cierto, un saludo Juan, ¿ que tal del expediente
Sr. Espino, dice usted:
¿Es coherente que un partido que se define como inequívocamente nacional, sea federalista en su concepción de España y no lo sea en su estructura interna?
Je,je acaba de hacer la pregunta del millón. Si me lo permite le contestaré con otra pregunta:
¿Es coherente y necesario un partido que funciona cada vez más y defiende cada vez más lo mismo que otro u otros partidos que ya existen?.
saludos
Hola Octavio:
Del expediente ¿qué quieres que te diga? pues bien, como no podía ser de otra forma. No estoy aquí para figurar en lista alguna, espero que como muchos más, sino para hacer determinadas cosas y de unas determinadas formas y ahí, es donde los de arriba no dan la talla ni podrán darla nunca. Para regenerar la sociedad hay que creer en esa regeneración y no usarla algo instrumental, una estrategia de marketing político, como algo a vender con el objeto de mantenerse en política.
Como ves, todo optimismo.
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