Hasta aquí hemos llegado
(Picos, palas y azadones, 100 millones)
Estamos en el final de un ilusionante recorrido. Acaba de tener lugar en Madrid la puesta en escena de la apropiación, por parte de quienes no creen en él, del proyecto más esperanzador para la vida política nacional puesto en marcha en las últimas décadas. Muchos de nosotros, que hoy decidimos abandonar esta nueva formación, hemos sido fundadores y parte activa en la implantación social de un proyecto político al que denominamos Unión Progreso y Democracia y al que la camarilla dirigente ha puesto punto y final en su I Congreso.
Dos años después, UPyD no es el partido que nos unía a los que colaboramos en su nacimiento, sino el monoplaza magenta de Rosa Díez y su exigua camarilla que busca desesperadamente un puesto en la carrera electoral. Y para ello todo vale. Tampoco es el partido que une a muchos que se han incorporado después. Se ha convertido (lo han convertido) en una rígida organización que no solo no tiene ningún interés en fomentar el debate político interno, sino que lo ataja sin contemplaciones, con insultos, amenazas y expedientes.
No existen cauces reales de participación política en UPyD, sino formales, que dan apariencia de consenso colectivo a las decisiones del Consejo de Dirección. Tanto en las decisiones estratégicas, como en las más nimias sólo las personas de confianza del actual equipo directivo tienen capacidad real de decisión en todos los ámbitos. Así, a estas alturas nadie conoce los datos concretos de afiliación –y por tanto de participación- en los que se soporta la puesta en escena del celebrado Congreso. Si en un principio éramos casi 10.000 asociados en España, después, en los prolegómenos a la elección de delegados al congreso, pasamos a unos 7.000, para finalmente, según su propio censo, llegar a la cifra de 4.781 miembros con derecho a elegir y ser elegidos. De ellos, la candidatura de Rosa Díez ha sido votada solamente por el 29,6 % (1.417 votos). Baste recordar en este punto la actitud beligerante y deslegitimadora que Rosa Díez y Carlos Martínez Gorriarán sostuvieron –y con toda la razón- desde sus respectivos blogs en ¡Basta Ya!, respecto a la aprobación del Estatuto Catalán en un Referéndum… con algo más del 34% de los votos posibles. No existe justificación para tanto ocultamiento salvo para vender una imagen pública de “normalidad democrática” a todas luces inexistente. Sabemos de “preafiliados” que nunca llegaron a asociarse, y que pueden entrar en el “área reservada” a los afiliados, con lo que es fácil suponer que figuran como tales en la base de datos del partido. ¿Cuantos son en total estos asociados fantasmas? Ni idea.
Lo cierto es que oficialmente en ningún órgano del partido, Consejo Político, Coordinadoras Territoriales,… se han dado cifras sobre el número de asociados ni sobre ninguna otra cuestión trascendental.
Nunca, repetimos: nunca, hemos tenido a nuestra disposición, como asociados con todo el derecho a ello, un solo dato relativo a la gestión económica del actual equipo directivo. Muy probablemente –sobre todo a la vista de la desaforada e iracunda respuesta de Rosa Díez- aquí esté el quid de la cuestión. Si diéramos por buenos los propios datos filtrados interesadamente en algunas ocasiones y con una sencilla multiplicación (la mayoría de nosotros aporta 20 € de cuota al mes) nos daríamos cuenta de que en estos dos años y solo por este concepto desde la dirección de UPyD se han estado manejando dineros por más de tres (3) millones de euros. Añadamos además las nada despreciables sumas obtenidas por los votos emitidos en las sucesivas contiendas electorales, subvenciones por parlamentarios… y a la oscura Fundación… y ya tendremos más claro por qué tanto hincapié en tratar de hacer un partido no democrático, sin separación de poderes, y sin controles.
Cuando en el Congreso algún delegado, en el ejercicio de sus funciones, osa pedir aclaraciones sobre estos y otros extremos (presentan, sin más explicaciones, y como Gastos Corrientes la nada desdeñable cifra de 1.712.000.- €), en una huída hacia adelante sin precedentes, recibe por toda respuesta una amenaza de querella por parte de Rosa Díez y sobre todos nosotros recae una descalificación generalizada acusándonos de “batasunizar” el partido con nuestra actitud. Lo que sea con tal de no explicar aquello que forma parte de los más elementales derechos de cualquier miembro de una organización a la que tanto y tan generosamente hemos apoyado. La apresurada lectura de Juan Luis Fabo de su balance es un acto impresentable en cualquier organización política y social que se precie de ser mínimamente democrática y dotada de los más elementales controles y balances de gestión interna que son necesarios. Total, “Picos, palas y azadones, 100 millones”.
Batasuna solo tiene una característica que la haga especial: defender el uso del asesinato como herramienta política. Y Rosa Díez lo sabe muy bien. Si usa esa metáfora, no está solo insultando. Un político que suelta tan grave e injustificado insulto cuando le están pidiendo las cuentas que debería haber presentado de ordinario y como balance transparente y necesario de su gestión, es un peligro. Y si además es diputada en el parlamento, representante de la soberanía nacional, su insulto es una vergüenza pública.
La exigencia de aclaraciones, explicaciones y transparencia en éstas y otras cuestiones en un deber irrenunciable de todo ciudadano y en ello vamos a insistir hasta conseguirlo plenamente.
De la noche a la mañana este equipo dirigente ha cambiado las reglas de juego a su antojo para llevar a cabo el Congreso en contra de los propios Estatutos por los que se regía la formación hasta hoy y garantizarse de ese modo un final mediáticamente aceptable y en la media de los estándares exigidos a los partidos tradicionales (PSOE-PP-PNV-CiU). De igual modo, y sin aclaraciones ni explicaciones en los órganos correspondientes del partido, se han cambiado o se han adoptado nuevas posturas sobre cuestiones políticas fundamentales como el aborto o la energía nuclear, o se ha situado el eje fundamental de la política de UPyD en la consecución para la sociedad española de un modelo de “federalismo de intensidad media cooperativo”. Ocurrencias todas “a posteriori” del Manifiesto Fundacional y llevadas a cabo o puestas en escena con el asesoramiento de supuestos “expertos” pero, en todo caso, sin el necesario debate y aprobación en los correspondientes órganos de decisión del partido.
Más grave aún si cabe fue el voto en blanco ordenado a Gorka Maneiro en la histórica elección de la nueva Presidencia del Parlamento Vasco que abrió el pasado Marzo la Legislatura del Cambio en el País Vasco y mucho peor la sorprendente y estrambótica explicación y justificación del voto favorable a Patxi López como Lehendakari vasco, colocando para ello, sin escrúpulos ni consideración alguna, a la organización terrorista ETA en el centro del debate político en el más formidable y garrafal error político perpetrado en España en las últimas décadas por una organización política democrática.
En definitiva, el grupo al que entregamos voluntariamente la dirección de UPyD lo ha transformado en el partido de Rosa Díez, y lo ha conducido en estos meses por una errática deriva oportunista, acabando de esta manera con el espíritu y los ilusionantes proyectos de regeneración democrática de España definidos en su magnífico Manifiesto Fundacional. Los fundadores, en su mayor parte, han sido sustituidos por verdaderos comisarios políticos. Y todo ello con la inestimable ayuda de los intelectuales de apoyo, como Savater, Boadella y otros, que emplean argumentos tan baratos y falsos como que la crítica es un “quítate tú para ponerme yo”.
Es absurdo intentar luchar contra Rosa Díez y su equipo, salvo si se está dispuesto, como ellos, a saltarse cualquier norma y cualquier praxis de prudencia elemental, como impedir que la dirección sea juez y parte en todos los guisos. Es el todo vale. Ahora ya está claro que no les importa nada, solo el poder. Y porque eso era justamente lo que se trataba de evitar, es absurdo quedarse en esta UPyD, donde el atropello y la autocracia se han consolidado como sistema. Cuando un partido se convierte en algo inaceptable, solo queda despedirse, lamentar haber sido objeto y consentido la más burda de las manipulaciones, y denunciar que aquello que hacía preciso un partido como UPyD, sigue siendo tan necesario como entonces, porque UPyD ya solo será un chiringuito más de la partitocracia que se pretendía corregir.
Los abajo firmantes, manifestamos nuestro deseo de no contribuir con nuestra presencia en UPyD a la legitimación necesaria de tamaña tropelía y por tanto nuestra voluntad de abandonar este partido. Como decía Mario Vargas Llosa en su presentación en Madrid el 29 de Septiembre de 2007: “lo malo no es cometer errores, sino no saber rectificarlos”. Seguimos convencidos de la bondad y necesidad de todo aquello que nos unió y no dudamos de que en un futuro próximo será posible. Seguro. No perdemos la esperanza.